José Jiménez Lozano y una servidora, en su despacho de Alcazarén. /MANUEL BARRIOPEDRO
Premio Cervantes, Nacional de las Letras, Miguel Delibes, Medalla al Mérito de las Bellas Artes… El escritor que devino en periodista, el periodista que se hizo escritor, discípulo avanzado de Miguel Delibes, quien le dio su primera oportunidad en el suplemento Las Artes y las Letras de El Norte de Castilla, diario del que luego fue director, descree del periodismo actual que aprecia saturado de barroquismo y opinión.
M.M.
Con huesos y valores robustos, músculo y cerebro ágiles, lenguaje excelso, rutina castellana e ideología inquieta, pasea sus días entre Alcazarén, la localidad vallisoletana en la que reside, y la cercana Olmedo, donde le gusta ir a almorzar, este hidalgo de pequeña estatura y mirada todavía azul.
José Jiménez Lozano exterioriza hastío ante lo que entiende como una saturación de opinión en la prensa. "Hoy nadie escribe literatura, todo el mundo hace política". Habla de periodismo, no de ficción. Molesto con la impureza de los géneros del ejercicio actual, censura el columnismo –“siempre político”, dice- porque es "una especie de parásito que ha entrado en el periódico arrasando la parte literaria, donde antes se hablaba de tomates o de chicas, de literatura en definitiva, ahora hay política". “El periodismo es el qué, el cómo, el cuándo y el dónde; el por qué lo saben los listos pero los demás mortales, no”, redondea.
Sentado en su sobrio despacho de Alcazarén, con paredes forradas de pino y volúmenes por los que cualquier librero de viejo que se precie de su oficio sería capaz de cometer un crímen, rememora esos otros tiempos en que periodismo y opinión ocupaban compartimentos estancos. “En aquella época, el periódico con fama de mentiroso tenía un mérito: si mentía, mentía él”, explica. “Ahora hay que mentir por cuenta ajena”, sentencia en una sonrisa que revela la ironía que hilvana su discurso. “Las experiencias liberales para los cafés, pero nada más”, acota.
. ¿Quiénes fueron sus maestros? ¿Los libros? ¿Los periodistas?Los de mi generación somos bastante leídos. Eugenio Montes, Vicente Risco y José María Pemán eran nuestros habituales, pero había unos cuantos periodistas, falanguistas la mayoría en aquella época, de los que aprendimos bastante. Antes leer daba prestigio, los chicos de ahora no envidian a la gente leída. Tenemos una juventud bien alimentada pero mal preparada.
Jiménez Lozano destila un elevado concepto del papel de la prensa, marcado quizá por las condiciones en las que se incorporó a ella. Miguel Delibes, como director de aquel El Norte de Castilla en que se bautizó como periodista y donde terminó pasando toda su vida profesional, se afanó en convertir el diario en un medio para el enriquecimiento cultural de sus lectores, misión a la que la pluma de este pucelano nacido en Langa (Ávila) en 1930 contribuyó con convicción. “Los señores con un concepto artístico de la escritura tienen mucho que reprochar a los periodistas porque no saben escribir, cuando pocos saben qué es escribir”, reprueba.
. ¿Disfrazamos el desconocimiento con palabras complejas y mal empleadas?Por ejemplo, cuando dicen "un agujero negro". La metáfora no puede darse ahí, ya que es una realidad cósmica muy compleja. Sería más natural hablar de falla o problema que de agujero negro. El lenguaje periodístico debe ser como el agua clara. En el siglo XVIII cuando alguien se las quería dar de saber soltaba un latinajo, ahora larga un término en inglés. Luego le hablas de la coyuntura de Clarita y no sabe nada. Se quiere cientificar lo que no es científico y el lenguaje científico tiene sentido en su contexto, que no es el periodístico. Quienes se creen los elegidos dicen esas bobadas imposibles de entender. Escriben en un lenguaje para agnósticos. Dicen cosas como "los pliegues van hacia abajo", como leí hace no mucho en la prensa. Y yo me pregunto: ¿hacia dónde van a ir si no los pliegues?
“Hay unos cuantos señores periodistas que se consideran personalidades extraordinarias, que se hacen llamar gurús. ¿Hasta cuándo va a durar esto? Pues, como dijo Felipe II, hasta que dé dinero”, resuelve jocoso. “Vivimos en un mundo irracional”, termina con un refunfuño.
. ¿Hay desidia en el periodismo?No se corrobora la información, con lo fácil que es preguntar. Hay pereza. Me enseñaron que un hombre o una mujer no se diferencia de otro hombre o de otra mujer nunca por más de un metro nunca en la estatura, pero intelectualmente tampoco. Por lo tanto, nadie debe tener complejo de inferioridad, miedo a preguntar. Podemos entender todo, pero el periodista tiene una especie de concepción de sí mismo irreal cuando luego es un señor que sabe nothing sobre nothing aunque haya decidido subirse en una peana. Hay exigencias intelectuales y morales que no se han de pasar por alto. Usted no puede usar la libertad de expresión para decir cosas que otro pueda llevar a cabo.
. Cuando habla, solo cita el periódico. ¿Desdeña los otros medios?El periódico es el medio. En último término, lo otro también debe ser periodismo. El problema es que lo es menos. El medio televisivo es muy peligroso, puede hacer lo que quiera para falsear.
. ¿También la radio? La radio también es muy peligrosa, pero menos. El Oráculo de Delfos es la televisión. "La televisión ha dicho". Ese es el mantra de la gente.
. ¿La televisión manda sobre la prensa porque requiere menor esfuerzo? En España, como en todos los países donde hay sol, está la calle y eso provoca cierto desprecio hacia aquellos medios que son científicos, desprecio a la razón y a lo escrito.
“Vivimos en un mundo que tiene sus brujas de una cosa que llaman ciencia”, continúa. “Las generaciones más jóvenes, en sus colegios e institutos, toman toda afirmación como demostrada”, observa. “Nosotros desconfiábamos, averiguábamos los hechos por nuestra cuenta, también en política, y en eso nos ayudaban los libros”, rememora con entusiasmo. “El libro ya no tiene prestigio, ahora es ese chismito electrónico en el que llevas 40 novelas cuando solo vas a leer una”, simplifica. “¿Por qué no hacemos un libro explicando las drogas como se explica literatura? Seguro que no vuelve a tomarlas nadie”, compara. “Tan mal se explica la literatura que los chicos la desprecian”, concluye. “Una sociedad es virtuosa o hipócrita, lo que no puede ser es descarada”, dice para terminar con el asunto.
Al final de un empedrado cercado por rosales de buena salud, tiene Jiménez Lozano su biblioteca. Allí le gusta escribir en verano. Una ventana cubierta por visillos y con vistas al jardín ofrece descanso a sus pupilas, cristalinas ya por el paso de los años, y recibe el “canto de los pajarillos” con que se “regala” un oído aún agudo pese al transcurrir de los mismos. La planta superior de la estancia, colindante a la residencia que comparte con su mujer, es austera en formas y revestimientos pero opulente en volúmenes que el escritor y maestro de periodistas alcanza de sus estantes más altos y recoge de los inferiores en rápidos movimientos de rodilla para envidia de otras generaciones.
. ¿Y los medios digitales, que finalmente son periódicos en movimiento?¿No séra Facebook? Esas cosas no son más que la solana de los señoritos. Los medios digitales, bueno están, pero han fracasado todos. Es tremendo. De todos modos, yo no leo en pantalla. El paso del rollo al libro estuvo lleno de ventajas, pero no así el del papel a lo digital.
. ¿Confía usted en la supervivencia del periodismo?Absolutamente, sí. No sé si ahora da dinero, pero dará. Luego están estos periodistas a la americana, que son periodistas normales pero que de vez en cuando hacen un libro de fondos o de artículos que son realmente extraordinarios. Otra cosa distinta es lo que le está pasando a la industria.
. Que antes estaba en manos de familias editoras y, ahora, en las de holdings empresariales.
Los directores ahora buscan las pesetas, no buscan otra cosa.
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